jueves, 24 de mayo de 2012

Germania, de Maximiliano Schonfeld

Por Luciana Calcagno

A pesar de su hermosa fotografía, el aire que se respira en Germania es denso y, bajo la aparente calma del pueblo entrerriano en el que vive la  familia protagonista (perteneciente a una colonia de alemanes del Volga), hay una tensión que inunda cada plano del film.

Esa tensión puede ser de índole sexual (como la que hay entre los hermanos Brenda y Lucas), familiar (como la de la madre con los hermanos) o social (como la de Brenda y Lucas con sus amigos o la de la  familia toda con el resto de los pueblerinos) y está también relacionada con la incertidumbre y los nervios de lo que vendrá, ya que la familia debe dejar el lugar debido a una extraña peste que atacó a sus animales y el film nos relata el último día de la familia en su aldea.

Tal vez lo más interesante de Germania radique en su modo fragmentario y elíptico de narrar situaciones que son esencialmente conflictivas, dejando entrever que lo son, pero sin ir más allá. Es un film de puras insinuaciones, que están subrayadas con una fotografía perfecta, cuyos juegos de desenfoques están al servicio de esta intención y la ilustran con maestría, acentuando el clima general de un modo sutil pero preciso.

La música está también seleccionada con el mismo fin, ya que hasta puede ir en contra de lo que muestra la imagen solo para aumentar esta tensión a un nivel meramente formal (es el caso de la escena en la que Brenda y Lucas bailan polka, donde hay varios planos sonoros siendo el principal uno apabullante, que nos confunde y nos dice mucho sobre la propia turbulencia interior de los hermanos).

Probablemente muchos le achaquen a Germania su pertenencia a una tradición del cine argentino que parece “no narrar nada”, pero en el film todo está ahí, sólo hace falta tener la paciencia y las ganas de verlo. 





Fuente: http://www.otroscines.com/festivales_detalle.php?idnota=6332&idsubseccion=118


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